Inteligencia Artificial aplicada a la salud: pronóstico reservado
Autores: Fabio Morandín-Ahuerma; Abelardo Romero-Fernández; Laura Villanueva-Méndez.
Morandín-Ahuerma, F., Romero-Fernández, A., y Villanueva-Méndez, L. (2023). Inteligencia Artificial aplicada a la salud: pronóstico reservado. Investigación en Educación Médica, 8(45), 8. DOI: 10.22201/fm.20075057e.2023.46.22492
Resumen:
En México y en otros países, eufemísticamente llamados “en desarrollo”, los sistemas públicos de atención a la salud enfrentan continuos recortes presupuestales, lo que impacta negativamente a los recursos materiales y a la disminución de plazas para los egresados de las carreras de medicina, esto es, menos contratos de médicos de base en hospitales, clínicas y centros de salud. Bajo este panorama adverso, algunos administra- dores, desarrolladores de software y no pocos políticos preclaros, suponen que la salida a los problemas económicos estará en el uso intensivo de la inteligencia artificial (en adelante IA) y la robótica. Una vez que los algoritmos sean adecuadamente entrenados, un ejército de robots doctores serán capaces de hacer valoraciones más precisas, diagnósticos 100% acertados, y prescripciones farmacológicas exactas; mucho mejor que los médicos humanos. Además, la IA no se cansa, no protesta, no se sindicaliza. Realidad o ficción? En países como China y el Reino Unido ya se utilizan técnicas computacionales para la interpretación de imágenes de rayos X, detección de tumores, prótesis inteligentes e incluso IA para predecir los resultados de un ataque cerebrovascular isquémico. En México se incorporó a RoomieBot, un robot que sirve para el diagnóstico de pacientes con posible coronavirus. La cirugía robótica Da Vinci es buen ejemplo de cómo la IA puede trabajar colaborativamente con la o el cirujano en el quirófano. Sin embargo, aún quedan por resolver grandes desafíos antes de preocuparse por el llamado desempleo tecnológico de los egresados. Si bien la IA es una valiosa herramienta, en estricto sentido, en esta y en otras muchas áreas su autonomía total es todavía una quimera, por ejemplo: los vehículos autónomos pueden ser engañados y hackeados, y no existe aún un robot que pueda hacer un simple nudo a las correas de sus zapatos sin asistencia. Por otra parte, se requiere un marco normativo –todavía inexistente– para la aplicación universal de IA en los cuidados de la salud. Los principios de la bioética están claramente establecidos: la beneficen- cia, la no maleficencia, la autonomía y la justicia, así como el Juramento Hipocrático. No es así para IA, donde los países interesados no llegan al consenso de los principios morales básicos de la medicina que debería extrapolar3. Hasta que no se solucionen los problemas técnicos, tecnológicos y, sobre todo, los dilemas éticos, la IA deberá continuar como la útil herramienta que es para la medicina; sin embargo, sustituir el valor intrínseco kantiano de la persona es algo que, seguramente, tendremos mucho tiempo para reflexionar y, acaso, algún día resolver de manera satisfactoria.
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